Estaba yo tan contenta el otro día escribiendo mi blog cuando, de repente, se paró el ordenador. ¡HORROR! A partir de ahí, ya no se dejó hacer nada y cada vez que intentaba arrancarlo hacía un ruido rarísimo. Total, disco duro muerto. Casi me dan los siete males porque, además de ser mi herramienta de trabajo también lo es de curiosidad y de intercambio de noticias con mis amigos repartidos por varios países y por aquí cerca. En realidad no se de qué me asombro ya que soy la primera que, cuando se estropea algo pregunto si no se oyó hablar hasta ahora de la fatiga de los materiales y, por lo que se ve, el famoso disco duro debía de estar fatigadísimo pero ni me avisó el muy capullo. Simplemente dejó de funcionar. Si yo envejezco, ¿por qué no lo va a hacer el disco duro a la añeja y provecta edad de tres años? (calculo que es la edad que tenía el pobre). Y no se cómo llevará el disco duro eso de envejecer porque yo, hay días que lo llevo fatal. Cuando me miro al espejo o veo una foto mía recién hecha pienso que esa vieja que me mira desde la foto o desde el espejo, no soy yo. Pero si que lo soy. Lo que pasa que en este tema, ocurre lo contrario que con la mujer del César: no me importa serlo, es más, creo que me divierte un montón ya que, ahora, me permito lujos que en la vida hubiera soñado, tales como llamar al pan, pan y al vino, vino, decir lo que me gusta y lo que no y por ahí "p'alante"; lo que si me importa y me joroba, es parecerlo. No quiero ir para atrás ni para coger impulso pero que se te ponga la cara, que es tu tarjeta de presentación, como una pasa, no mola nada. Y como a tu alrededor todo el mundo o, la mayoría, se hace "cosas" para estar SSSSSSSSTUPENDA, allá voy yo con el gallinero (que se extiende desde la frente hasta el escote) en pleno alboroto. Bueno, eso me pasa a veces. Otros días (la mayoría) todo eso me importa un rábano y voy tan contenta con mi código de barras, único e irrepetible, mi rollito primavera a la cintura y esas venillas que parecen tatuajes exóticos porque, en definitiva, a mi nieto, a mis gatos y a las personas que me quieren de verdad, les da exactamente igual, sobre todo mientras siga cocinando para ellos y no les falten mis guisos (Ay! tengo una duda horrible en este momento: será por mi o por mis menús?...)
Consejo de cocina: Lo sabe mucha gente pero no está de más recordarlo. Si quieres que la carne guisada te quede blandita (en el supuesto de que no te fíes de su ternura) no tienes más que ponerle un corcho de botella, pero corcho de verdad, no sucedáneo, para que quede riquísima.
2 comentarios:
debido a que mi conocimiento de tus menus es ligeramente escaso,o sea solo fabes, debe ser por ti.....
si soy yo y sigo esperando que me presentes a tu termomix
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