domingo, 9 de septiembre de 2012

VIVIR EN EL OSCILO

Al fin, de vacaciones! Estamos en Alsacia, y aunque hoy seguimos viaje, ayer, cuando llegamos al hotel, casi me escorromoño de risa al ver la habitación. Guapísima, eso si, pero la plaza de garaje, delante de la puerta de la propia habitación! Es como vivir en la calle. Pero bueno, no era eso lo que os quería contar sino que, a los dos lados de la puerta había dos pequeñas ventanas que sólo se abrían en "oscilo" (si, eso tan moderno que deja la venta "abierta si pero no; quiero y no puedo; por aquí no se cuela mas que el aire... Etc". Inmediatamente pensé que era el sitio idóneo para traer a nuestro gatos. Si, porque tenemos dos: la gata, es expresiva, astuta, rápida, arisca y se parece a "miss Danvers", el ama de llaves de Rebeca. No lo puede remediar pero parece que está enamorada de mi. Muerde y pega con el puño cerrado estilo Ruiz Mateos (que te pego, leche!) y perdió los cuatro colmillos mordiendo a mi marido cada vez que osaba y osa acercarse en exceso a mi (su especialidad es el dedo gordo de cualquiera de los pies "del mi hombre", como se dice en "playo", o sea, puro Cimavilla o Gijón de toda la vida). Es tal su "amor" que hay días que despierto con una pata suya encima de mi cabeza a modo de diadema, así que tal parece que soy "su gato". Tiene nombre de cantante de ópera porque cuando la llamo, gorjea y nos hizo tanta gracia desde el principio que así la bautizamos. En cambio, el gato que llegó más tarde y tiene absoluta conciencia de segundón, es tosco, tontón, fozón y patoso. Mimoso como el solo, eso si, tanto que, como no hace mas que pedir mimos y llamar la atención, lo llamamos el "gato-perro". Todo esto viene a cuento de que a mi siempre me gustó abrir las ventanas de par en par y ventilar a conciencia mi casa pero desde que tengo gatos en común con mi marido, mi vida a cambiado de manera radical y vivo permanentemente en el "oscilo". Se acabó abrir las ventanas de par en par tanto de día como de noche. Incluso para ver los fuegos, el día de los ídem, a pesar de que el ruido de los voladores hace huir a los gatos al rincón más alejado de la casa, tenemos que estar en permanente vigilancia por si a los mininos se les ocurre la genial idea de venir a asomarse en ese momento y por perseguir a alguna gaviota despistada o alguna paloma insistente y, en ese trance, se despeñan por el balcón abajo. Y yo, que tuve perra y gata (adoro los perros y a mi perra la voy a echar de menos hasta que me muera) y mi gata siempre se paseó tan tranquila por el alféizar de la ventana que le vino en gana (bueno, un día llegué de la calle y estaba tan contenta tomando el sol encima de una colcha que estaba tendida secando en el tendal de nuestro 5° piso, tan feliz), no lo puedo entender pero ante el temor reverencial del "jefe" a que uno de nuestros gatos sufra un percance no me quiero arriesgar y prefiero vivir medio aireada que sin un gato menos por mi culpa (creo que no me lo perdonaría en la vida!!!! Y, la verdad, ya puestos, yo tampoco. Menudo cargo de conciencia!).
CONSEJO CULINARIO: Para los que os gusta el queso y, en este caso, la Torta del Casar (lo podéis hacer con otro queso cremoso aunque no es igual pero si parecido). Compráis un "panchonín" donde quepa la Torta. Le cortáis el sombrerete  y sacáis la miga. Se mete la Torta en el hueco o el queso cremoso que tengáis y lo metéis en el microondas el tiempo suficiente para que se ponga untuoso (a mi me gusta poner el microondas a media potencia y voy probando. Empiezo por un minuto y voy subiendo el tiempo que necesito porque no siempre se derrite igual). Se puede acompañar de una mermelada de tomate o trocitos de tomates secos con un poco de aceite y albahaca u orégano y, por supuesto, de los trozos de pan que le sacásteis al "panchonín". Como veis más que un consejo culinario es una receta pero hoy salió así.

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