sábado, 4 de abril de 2009

TODOS AL GIMNASIO

Realmente ir a un gimnasio da para mucho. Sobre todo si vas a pasarlo lo mejor posible y de paso, intentas que no se te desmande del todo el rollito primavera. Suelo ir tres veces por semana, más que nada para que la artrosis incipiente no acabe conmigo antes de tiempo, y, la mayor diversión, la tengo cuando hago bicicleta. Son 30 minutos pedaleando sin pensar en nada y viendo el espectáculo. Allí hay gente “pa tóo”: Los hay llenos de tatuajes que, lógicamente, tienen que llevar ropa pequeña, o sea, pantalón corto y camiseta de tirantes, porque si no, no se les ven. Los hay que se pasean entre los aparatos como buscando algo pero, en realidad, sólo buscan exhibir su musculatura ganada a golpe de pesas (supongo) y hacen todo tipo de “monerías” para que todos se fijen en ellos: dan saltos, respiran fuerte, hacen movimientos convulsos y no paran. Los hay que hacen unos ejercicios, para mi inverosímiles, porque casi se mantienen en el aire haciendo contorsiones de cintura, por delante, por detrás, por la derecha y por la izquierda. Y eso que en esa sala no se hace más que gimnasia con aparatos porque si veo a alguien saltando a la comba, seguro que me troncho. La mayoría lleva un botellín de agua (los hay que la llevan de litro y medio pero son los menos) y dan unos lingotazos cada cinco minutos que parece que están de botellón, eso si, abstemio. Otros, más preparados y que deben pasar allí las horas muertas porque cuando llego ya están (por cierto rojos como cangrejos y empapados de sudor) y cuando me voy para casa, después de pasar por las piscinas de chorros y demás aguas relajantes, me los encuentro que todavía vienen del gimnasio, suelen llevar bebidas “isotónicas” o botellas grises opacas que a saber qué contienen. Dependiendo a la hora que vaya me encuentro una u otra gente y, es curioso: aunque también hay mujeres que van presumiendo de “palmito” (palabra ridícula cuando se refiere al “tipo” o “cuerpo” de una persona y estupenda cuando se refiere a los que proceden de unas determinadas palmeras y se toman en ensalada o solos y están la mar de buenos) tengo comprobado que, en estos sitios, presumen mucho más los hombres; se juntan tres o cuatro alrededor de una determinada máquina y se van turnando a ver quien es el que pone más resistencia al aparato, o sea, el más forzudo. El otro día creí que a uno se le salían los ojos de las órbitas, del esfuerzo. No quiero pensar lo que pasaría si alguno hubiera comido fabada o, simplemente, unas lentejas estofadas (a no ser que les haya puesto alcaravea y un poco de picante para facilitar la digestión, mira tú!). Pues lo dicho, todos al gimnasio que puede ser una fuente de sano entretenimiento y, además, puede que reduzcas el denostado michelín.

Consejo culinario: Ya que hablamos de palmitos, comerlos es muy sano. Facilita la digestión. Tiene proteínas, fibra, calcio vitaminas A y C, y pocas calorías. Se extrae de la parte más tierna de la palmera, concretamente de la base de las hojas sin abrir. Si le añades manzana y nuez y el aliño que te apetezca, están requetebuenos.

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta lo de la bicicleta.
Soy Lucre pero no se comentar de otra manera.