domingo, 9 de septiembre de 2012
lunes, 3 de septiembre de 2012
Como dicen unas que conozco ESTO ES DE "ALOQUECER"!
viernes, 12 de junio de 2009
SACRAMENTOS VARIOS
Ya se que hace tiempo que no escribo pero, en mi descargo, tengo que decir que mi nieto, me tiene muy entretenida y todo no se puede hacer. El caso es que, últimamente, ando, de verdad, ojiplática total: entre que las niñas de 16 años pueden abortar sin que lo sepan sus papás (eso si, papá y mamá a pagar y a hacerse cargo de todo lo que la nena precise, clases de ballet incluidas, y cuidadito con preguntar que igual te multan); que las embarazadas portan dentro (y las que lo estuvimos, por lo tanto, portamos en algún momento de nuestros embarazos) algo vivo pero no humano (por cierto, me mata la curiosidad: ¿qué será?. Y, de paso, me rompe todos los esquemas. Quiero que la Ministra me lo aclare. Y si ella no puede, la Vicepresidente que creo que es muy lista y no le pilló la LOGSE, así que algo más sabrá. Seguro); que el Ministerio de Igualdad con su ministra a la cabeza, pretende igualarnos pero no se por dónde ya que yo no quiero ser como los hombres ni comportarme como ellos, ni quiero ser “miembra” de nada porque no me gusta y suena fatal y estoy encantada de ser mujer y VIVA LA DIFERENCIA!; y que los últimos acontecimientos nos han dejado un “bautizo civil”, no me extraña que sufra de ojos rojos y me pase la vida lagrimeando. Creí que era la alergia pero… a que no?. A que va a ser todo eso que estoy enumerando?. Pues esa manía de la gente de convertir en “civiles” todos los sacramentos de la Santa Madre Iglesia, como que me mosquea. Porque digo yo ¿no será que les gustan los ritos y la bambolla más que a un tonto una tiza? Tanto criticar los palios (la gente joven ya ni sabe lo que es), las vestiduras, los ritos, el aburrimiento de las misas, etc… y resulta que ahora hacen lo mismo, sin pasar por las iglesias y añadiéndole lo de civil. Menuda incongruencia. No tienes más que acercarte al Juzgado o al Ayuntamiento en días de Bodas civiles y te las encuentras (a las novias sobre todo, claro) con velo y demás y hasta con las nenas que portan algo parecido a las arras y visten unos modelos que, en la tienda donde lo compraron, seguro que cerraron nada más vendérselo y fueron a celebrarlo a la cafetería de al lado metiéndose entre pecho y espalda un buen chocolate con churros, doble, por supuesto. O sea, que se empezó por las bodas, se sigue por el Bautizo civil y, a continuación, vendrá la Confirmación civil para asegurarnos que la criatura quiere seguir perteneciendo a la especie humana en vez de querer irse con ET, pongo por caso. Luego, claro, llega el espinoso sacramento de la Eucaristía, vulgo, Comunión civil: dejo a vuestra fértil imaginación (y a los que me conocéis bien) cómo puede ser una comunión civil: yo les daría dos “crucigrameros puertos de Roma” y, hala! A celebrarlo con la familia y los amigos en una comida, bugre incluido. El siguiente sacramento con el que tropezamos es la Confesión, pero mira por donde, va a ser más difícil que una civil, sea voluntaria. Va a ser que no. Va a ser que sólo se va a producir cuando un juez llame a declarar por los desmanes que se ven día si, día también. Vamos que no creo que empecemos todos en masa a auto-acusarnos de bajar música y películas desde la red y pedir, fervorosamente, que nos pongan una multa como penitencia. Tampoco me imagino yo a la mayoría del personal haciendo cola en Hacienda para rectificar la Declaración de la renta al grito de “mea culpa, culpa mea, quiero pagar lo que no declaré, ÉÁ!. Para el Orden Sacerdotal, ya me parece más fácil encontrar candidatos: hay tanto fantasmón suelto! Ahí caben los que se pirrian por casar, celebrar bautizos civiles, aparecer en todo tipo de manifestaciones y ceremonias, etc… Y aunque no lleven sotana, porque ya ni los curas de verdad la llevan, si se puede decir que visten de una manera que podíamos llamar uniformada, así que se les distingue también a la primera de cambio, igual que se distingue perfectamente a todos los empleados de banca, o sea, bancarios (que no banqueros que es cosa muy diferente). En cuanto a la Unción de los Enfermos, conocida antiguamente como Extremaunción, no se qué cara pondrán los que la pidan civil cuando vengan a leerles un párrafo de la Constitución y les adviertan que, dado su estado de salud, vienen a despedirle con un cóctel de fármacos y que la ciudadanía les está muy agradecida por su consideración al dejar de gastar una pensión que pagamos entre todos, porque van a dejar sitio a otros y porque el gasto hospitalario se está disparando con su estancia a cargo de la Seguridad Social, aconsejándoles, de paso, que si hacen testamento, aprovechen para dejar al Estado el tercio de libre disposición que ya el gobierno sabrá como distribuir lo que toque, equitativamente (ejem, ejem). Y, a todo esto, Berlusconi de campo y playa. Bueno no quiero acabar sin contaros algo que presencié hace muchos años en un pueblo de Asturias (cuyo nombre no voy a citar). Se celebraban las primeras comuniones en la parroquia. Entre las niñas había una hija de un electricista. Nada más comulgar, el padre, desde el banco, con un mando a distancia, le encendió la corona que la nena llevaba en la cabeza y que, hasta ese momento, yo, y me imagino que la mayoría de la gente, no nos habíamos dado cuenta que estaba llena de mini-bombillas. Casi me da algo! Lo malo es que lo primero que pensé fue: y el día que la nena se case (por la Iglesia o por lo Civil, da igual) ¿dónde le va a poner la luminaria?.
Consejo culinario: Si quieres hacer una salsa con cebolla caramelizada y no tienes tiempo, pochas la cebolla en aceite (se puede añadir algo de mantequilla) Una vez pochada, se le añade caramelo líquido (se puede comprar ya hecho y es más rápido y se mancha menos la cocina) sal y pimienta; se le da un hervor y… Listo! Es que si le pones azúcar o caramelo desde el principio, se requema
domingo, 12 de abril de 2009
ORTIGAS
Es creencia popular que las ortigas pican cuando te rozas con ellas por el campo. Solemos evitarlas pero cuando, sin querer, te tocan, Ay!, “me ortigué” y te sale una roncha que tarda en quitarse más o menos, dependiendo de la sensibilidad de cada uno. A mi, me “abrasan”, así que las evito todo lo que puedo, en cambio a mi madre, no le hacían nada. Sin embargo, precisamente en primavera, las abuelas, que de eso sabían mucho, hacían sopas y licores con ortigas porque decían que depuraban la sangre y eran muy beneficiosas para la salud. Parece ser que también son muy beneficiosas para los que sufren un ataque de reúma o similar. Lo se porque entre las varias hermanas de mi padre (cinco nada menos y todas solteras!), una era maestra y se daba mucho “pisto”. Destinada en un pueblo de Asturias, se llevó a una de sus hermanas con ella, más buena que el pan, y que le hacía todo lo de casa (cocinar, lavar, limpiar, planchar…). Esta hermana, llevaba varios días quejándose del reúma, así que la maestra, lista y estudiada como era, le dijo que lo mejor para eso era darse unas friegas con ortigas; así que, provista de un buen guante, salió al camino, cogió un buen ramo de la susodicha planta y refregó bien refregada a la pobre hermana. Los gritos y maldiciones fueron de tal calibre que la maestra, aterrada, se metió en un cuarto y se cerró por dentro porque pensó que la otra la iba a matar. Y porque no la pilló que si no… a saber qué hubiera pasado y a estas horas tendría yo una tía que habría acabado en cualquier penal de la época. La cosa no pasó a mayores pero, en honor a la verdad, mi tía JAMÁS en su vida volvió a tener el menor ataque de reúma, lumbago, artrosis o cosa parecida. Y eso que murió con ochenta y tantos años. Quizá escarmentada de los picores que sufrió decidió que nunca más la iban a pillar con otra friega semejante. Un día, le conté esta anécdota a mi marido y me dijo: eso no es nada! Conocí a un señor que, cuando era joven, fue a un baile en un pueblo. De repente, tuvo ganas de hacer aquello que nadie puede hacer por ti y salió, se agachó al lado del río y, allí mismo, dejó su abono. Lo malo es que cogió unas hierbas para limpiarse y no se dio cuenta de que eran ortigas! Creo que los gritos se oyeron 50 kilómetros a la redonda!!! Y si al picor añadimos la vergüenza que debió sentir porque todo el mundo se enteró y se rió hasta cansar… como para que te den los siete males. Así que ya sabéis: ortigas sí pero con mucho cuidado y según para qué.
Consejo culinario: si un día te encuentras con que se te olvidó comprar el pan o se quedó algo duro, lo remojas con un poco de leche o agua (queda mejor con leche) sin que lo empape en exceso y lo metes unos 10 minutos en el horno caliente a 180 grados y verás que vuelve a quedar crujiente como recién hecho.
sábado, 4 de abril de 2009
TODOS AL GIMNASIO
Realmente ir a un gimnasio da para mucho. Sobre todo si vas a pasarlo lo mejor posible y de paso, intentas que no se te desmande del todo el rollito primavera. Suelo ir tres veces por semana, más que nada para que la artrosis incipiente no acabe conmigo antes de tiempo, y, la mayor diversión, la tengo cuando hago bicicleta. Son 30 minutos pedaleando sin pensar en nada y viendo el espectáculo. Allí hay gente “pa tóo”: Los hay llenos de tatuajes que, lógicamente, tienen que llevar ropa pequeña, o sea, pantalón corto y camiseta de tirantes, porque si no, no se les ven. Los hay que se pasean entre los aparatos como buscando algo pero, en realidad, sólo buscan exhibir su musculatura ganada a golpe de pesas (supongo) y hacen todo tipo de “monerías” para que todos se fijen en ellos: dan saltos, respiran fuerte, hacen movimientos convulsos y no paran. Los hay que hacen unos ejercicios, para mi inverosímiles, porque casi se mantienen en el aire haciendo contorsiones de cintura, por delante, por detrás, por la derecha y por la izquierda. Y eso que en esa sala no se hace más que gimnasia con aparatos porque si veo a alguien saltando a la comba, seguro que me troncho. La mayoría lleva un botellín de agua (los hay que la llevan de litro y medio pero son los menos) y dan unos lingotazos cada cinco minutos que parece que están de botellón, eso si, abstemio. Otros, más preparados y que deben pasar allí las horas muertas porque cuando llego ya están (por cierto rojos como cangrejos y empapados de sudor) y cuando me voy para casa, después de pasar por las piscinas de chorros y demás aguas relajantes, me los encuentro que todavía vienen del gimnasio, suelen llevar bebidas “isotónicas” o botellas grises opacas que a saber qué contienen. Dependiendo a la hora que vaya me encuentro una u otra gente y, es curioso: aunque también hay mujeres que van presumiendo de “palmito” (palabra ridícula cuando se refiere al “tipo” o “cuerpo” de una persona y estupenda cuando se refiere a los que proceden de unas determinadas palmeras y se toman en ensalada o solos y están la mar de buenos) tengo comprobado que, en estos sitios, presumen mucho más los hombres; se juntan tres o cuatro alrededor de una determinada máquina y se van turnando a ver quien es el que pone más resistencia al aparato, o sea, el más forzudo. El otro día creí que a uno se le salían los ojos de las órbitas, del esfuerzo. No quiero pensar lo que pasaría si alguno hubiera comido fabada o, simplemente, unas lentejas estofadas (a no ser que les haya puesto alcaravea y un poco de picante para facilitar la digestión, mira tú!). Pues lo dicho, todos al gimnasio que puede ser una fuente de sano entretenimiento y, además, puede que reduzcas el denostado michelín.
Consejo culinario: Ya que hablamos de palmitos, comerlos es muy sano. Facilita la digestión. Tiene proteínas, fibra, calcio vitaminas A y C, y pocas calorías. Se extrae de la parte más tierna de la palmera, concretamente de la base de las hojas sin abrir. Si le añades manzana y nuez y el aliño que te apetezca, están requetebuenos.
lunes, 23 de marzo de 2009
MAGIA
No se porqué, siempre he creído en la magia. Vamos, desde que tengo uso de razón (ya se que los que me conocen dirán que lo de “mi uso de razón” es difícil pero se supone que tengo), o, mejor dicho, desde que tengo memoria. Según pasan los años, en vez de pensar que la magia dejó de existir hace tiempo, cada vez está más presente en mi vida. Por supuesto que no me refiero a la que pueda realizar David Copperfield y compañía, sino a todos esos sucesos de la vida cotidiana, y no tan cotidiana, que parecen salirse de lo normal y siempre por el lado bueno (lo siento, mi tostada, caso de caerse, siempre lo hace por el lado que NO tiene untada la mantequilla y la mermelada). Hay personas mágicas, como hay ciudades o lugares mágicos. Y creo que no sólo mi vida, sino la de cualquiera, a poco que mire, está llena de sucesos mágicos porque eso significa para mi, por ejemplo, conocer en un momento determinado a una determinada persona en una determinada circunstancia; el clima que se crea cuando vamos, aunque sea en una excursión de un día, mi marido y yo en el coche (si llueve, la sensación es aún mejor); o el que se crea en algunas conversaciones especiales que he tenido con mis hijos; la sensación que me producen algunos lugares cuando entro en ellos la primera vez y que, a veces, se reproduce cuando vuelvo; loa atardeceres del otoño y el invierno en tonos pastel o el vibrante rojo de los del verano. Eso y muchas cosas más han creado a mi alrededor burbujas de momentos mágicos y, en definitiva, de magia. Sin embargo hoy os quería contar otra historia: Hace años, cuando viajaba sola, fui a Praga en mis días de vacaciones. Me paseé por toda la ciudad y, por supuesto, atravesé en las dos direcciones el famoso “Puente de Carlos” por lo menos un par de veces. A la semana siguiente, de vuelta a casa, me encontré con una persona conocida que me preguntó si había estado en Praga porque me había visto en el Puente de Carlos. Qué raro! Yo no te vi!, le dije. Ah! Pues fue tal día a tal hora. Imposible, dije yo, porque me fui, exactamente, DOS DÍAS ANTES. Pues juraría que eras tu ¿no llevabas un pantalón de flores y una blusa roja? Pues si que tengo esa ropa y la llevé de viaje y me la puse en Praga pero te aseguro que ese día estaba de vuelta en Gijón. Se que ella no mintió (no tenía motivo), y puedo asegurar que yo tampoco miento. Cada uno que saque la conclusión que quiera.
Ah! No me puedo resistir y os voy a contar el detalle golfo del día: A mi marido, esta mañana, se le cayeron las gafas en el tazón del café con leche del desayuno. Y en esta casa, como la culpa no es soltera sino que va de mi mano, según él esas cosas sólo le pasan cuando está conmigo. Mucho se debió aburrir antes de conocerme!!!!
Consejo culinario: Va de remedio casero. Si quieres pasar un invierno-otoño-primavera sin catarros, lo mejor es que te tomes los nueve primeros días de cada mes una infusión de tomillo, por la mañana, a poder ser en ayunas. Si lo endulzas con miel, mejor que mejor.